Ecuador/ Violencia y elecciones, triunfo del populismo y las derechas. [Mario Unda/Maritza Idrobo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 5 15:03:05 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

5 de agosto 2023

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Ecuador



Violencia y elecciones, triunfo del populismo y las derechas



Mario Unda y Maritza Idrobo *

Quito, 2 de septiembre de 2023



El 20 de agosto el Ecuador vivió unas elecciones no vistas antes. Por un
lado, porque se originaron en la primera vez que se pone en marcha el
mecanismo de la muerte cruzada, previsto en la Constitución de 2008, que
acorta al mismo tiempo el mandato del presidente y de los asambleístas; por
otro lado, porque se trató de la campaña electoral más corta de toda esta
etapa desde el “retorno” a la constitucionalidad en 1978-79 y porque el
candidato o la candidata triunfante gobernará escasamente un año y medio,
que es el tiempo que faltaba cumplir para completar el período presidencial
de Lasso; muy probablemente, esto motivó a la ausencia de candidatos
directos de las principales fuerzas políticas, que prefirieron guardarse
para el 2025.



Finalmente, por el ambiente de violencia en que se desarrolló la campaña y
que planeó sobre todo el proceso electoral. En pocos días, y menos de 15
días antes de las elecciones, fueron asesinados el alcalde Manta, Agustín
Intriago, el candidato presidencial Fernando Villavicencio y el dirigente de
la Revolución Ciudadana (RC) en Esmeraldas, Pedro Briones. Es indudable que
estos acontecimientos influyeron en el ánimo de los votantes, favoreciendo
un desplazamiento del electorado hacia la derecha, que ofrecía mano dura
para enfrentar la inseguridad y la violencia. En cualquier caso, es evidente
que de ahora en adelante ya será imposible pensar la política ecuatoriana
por fuera de los nexos aún oscuros con la violencia y el narcotráfrico.



A pesar de este ambiente, marcado por el temor y la violencia, el día de las
elecciones fue tranquilo. Nuevamente, igual que en 2021, el correísmo (ahora
bajo la marca de Revolución Ciudadana) obtuvo el primer lugar, con un 33,62%
de los votos. En el segundo lugar se ubicó Daniel Noboa, de ADN, con el
23,41%. El tercer puesto le cupo a Christian Zurita, de Construye,
(reemplazó a Villavicencio luego de su asesinato) con el 16,44%. A
continuación, Jan Topic, respaldado por el partido Socialcristiano, Sociedad
Patriótica y Centro Democrático, con el 14,66%; y Otto Sonnenholzner (de la
alianza Avanza-Suma) con el 7,06%. Yaku Pérez, que esta vez compitió
respaldado por Unidad Popular, el partido Socialista y Democracia Sí, obtuvo
apenas el 3,97%. Xavier Hervas, de Reto, y Bolívar Armijos, de Amigo, no
llegaron al 0,5% cada uno. Sumados, los votos nulos y blancos estuvieron por
debajo del 9%.



Estos resultados significaron un cambio sustancial respecto a las elecciones
celebradas apenas dos años atrás: se confirmó la estabilidad del populismo
correísta, se verificó un notorio crecimiento de las derechas, un marcado
declive de las izquierdas y la práctica desaparición del centro.



El correísmo



El correísmo continúa siendo la minoría más grande, consiguiendo alrededor
de un tercio de los votos válidos (excluidos los nulos y los blancos), casi
idéntico porcentaje al obtenido en 2021, cuando presentó como candidato a
Aráuz; el correísmo mantiene su fuerza, pero su influencia está estancada y
no ha logrado recuperar el peso que tuvo mientras Correa fue el
presidente-candidato. Aun así, durante la campaña hicieron correr el rumor
de que estaban cerca de ganar la presidencia en una sola vuelta
sustentándose en algunas encuestas; pero luego del asesinato de
Villavicencio, sus adversarios hicieron circular otras encuestas que
aseguraban que González estaría cayendo en picada, corriendo incluso el
riesgo de quedar por fuera de la segunda vuelta. Sin embargo, ni lo uno ni
lo otro parece haber sido muy cierto. Las encuestas, entre nosotros, son más
un instrumento de propaganda y márquetin político y no sondeos más o menos
objetivos. El correísmo ha fortalecido su presencia en la Costa ecuatoriana
y ha recuperado posiciones en determinadas zonas de vivienda popular, pero
parece haberla perdido en otras zonas populares urbanas, tanto en Guayaquil
como en Quito.



Con una presencia extendida, RC (Revolución Ciudadana) habría conseguido
casi medio centenar de asambleístas: 6 nacionales y 43 provinciales;
constituyéndose en la bancada más numerosa, pero lejos de los 71
representantes que se requieren para tener mayoría. Obtuvo al menos un
puesto en 22 de las 24 provincias, con excepción de Napo y Pastaza, siendo
sus triunfos más importantes en Guayas (8 de 20 posibles), Manabí (5 de 9),
Pichincha (6 de 16), Los Ríos (3 de 6), Esmeraldas e Imbabura (2 de 4 en
cada una).



Para el correísmo, la situación se presenta similar a la de 2021: entonces
también ocupó el primer lugar en la primera vuelta con un tercio de los
votos válidos, mientras que Lasso se situó segundo con un 20%. Pero en la
segunda vuelta, el correísmo no tuvo manera de juntar los votos suficientes
para ganar la presidencia; por el contrario, el anticorreísmo -especialmente
el anticorreísmo de derechas- sirvió de catalizador para que Lasso
triunfase. Como se vio casi enseguida, un triunfo en co0ndiciones de
debilidad, pues la mayor parte de los votos que obtuvo fueron votos contra
Correa más que votos por Lasso; y esa debilidad de origen creó las
condiciones para la crisis política que nos llevó a la muerte cruzada y a
las elecciones anticipadas



Las derechas



Las derechas emergieron de las elecciones como el sector triunfante con una
presentación inusual de sí misma, cuando las que habían sido sus dos
principales fuerzas políticas en los últimos años decidieron no presentar
candidaturas. El partido Socialcristiano (PSC) se adelantó anunciando su
respaldo a Topic, candidato que hizo su campaña centrándose casi
exclusivamente en la seguridad, presentándose como ex soldado de la Legión
Extranjera francesa, apareciendo en videos con pistolas y ametralladoras y
ofreciendo mano dura para enfrentar al narcotráfico y a la delincuencia; en
seguida recibió también el respaldo de Sociedad Patriótica (del expresidente
populista neoliberal Lucio Gutiérrez) y de Centro Democrático (CD) hasta
hace poco aliado del correísmo. El movimiento Creando Oportunidades (CREO),
del presidente Guillermo Lasso, decidió no presentar candidatos ni a la
presidencia ni a la Asamblea. De este modo, el espacio de las derechas quedó
libre para figuras “nuevas” aparentemente apartidistas; a Topic se sumaron
Fernando Villavicencio, que centró su discurso en el anticorreísmo radical y
en la lucha contra la corrupción,  el ex vicepresidente de Moreno, Otto
Sonnenholzner (respaldado por Avanza y Suma) y Daniel Noboa, bajo la sigla
ADN (Alianza Democrática Ecuatoriana, formada por Igualdad y Desarrollo,
PID, y MOVER, el antiguo Alianza Pais, que tras la ruptura del correísmo
quedó en manos de Moreno). Los candidatos de las derechas a la presidencia
no aparecían (ni eran) representantes de sus principales partidos y
movimientos políticos, pero sí jóvenes representantes de su clase. Daniel
Noboa es hijo del magnate Álvaro Noboa, uno de los mayores exportadores de
banano, y gerente y administrador de algunas de sus empresas. Otto
Sonnenholzner fue vicepresidente de Lenin Moreno, lo que sirvió para sellar
y certificar la alianza entre Moreno y los grandes grupos empresariales de
Guayaquil, y es hijo del empresario Ramón Sonnenholzner, propietario de
medios de comunicación y otros negocios. Jan Topic es hijo de Miroslav
Topic, empresario de telecomunicaciones, beneficiario de millonarios
contratos durante el gobierno de Correa. Si algo hay de nuevo es que se
trata de la nueva generación de las oligarquías.



En 2021, las diversas candidaturas de derecha habían obtenido un 25% de los
votos válidos, pero en estas elecciones de 2023 saltaron al 61%, obteniendo
altas votaciones en todo el país. Estas tres candidaturas se repartieron el
triunfo en las zonas de las clases pudientes, que se decantaron por
Sonnenholzner y Villavicencio; triunfaron entre los sectores medios, que
prefirieron sobre todo a Noboa y a Villavicencio. Pero lo novedoso fue el
alto número de votos que lograron entre las clases populares, lo que
benefició especialmente a Noboa.



También consiguieron altas votaciones para la Asamblea. Las derechas tendrán
al segundo bloque más numeroso, Construye (el partido que auspició a
Villavicencio/Zurita), con 29 curules; y también los dos siguientes: el PAC
con 14 y ADN con 13. En total, los partidos y movimientos de derecha ganaron
68 asambleístas, 9 nacionales y 59 provinciales, y obtuvieron al menos una
curul en 19 de las 24 provincias. Estarían muy cerca de constituirse en
mayoría, pero no es seguro que puedan formar un bloque coordinado o
unificado.



Cabe preguntarse al menos por dos cuestiones: por un lado, ¿el anticorreísmo
y la dicotomía populismo-derecha seguirá siendo el marcador que define las
conductas políticas? Si es así, la derecha podría ganar nuevamente en la
segunda vuelta de octubre. Por otro lado, ¿este crecimiento rápido y amplio
de la derecha será un episodio coyuntural o estamos ya ante una tendencia de
mayor alcance?



La izquierda



Para las izquierdas, en cambio, fue la peor elección desde 2013 cuando, en
pleno apogeo populista, Correa fue elegido en primera vuelta con el 57% de
la votación. En aquel entonces, las izquierdas obtuvieron un 3,27% con
Alberto Acosta de candidato. Esta vez, con Yaku Pérez, lograron 3,97%, pero
con un correísmo mucho más reducido. El golpe es más fuerte si tenemos en
cuenta que Pachakutik había rozado el 20% en las presidenciales de hace dos
años, y apenas en febrero de 2023 tuvo grandes éxitos en las elecciones
locales Si en 2021 Pachakutik había logrado elegir 27 asambleístas, ahora
sólo llegan 5 (todas mujeres indígenas: 4 de la Sierra, de Bolívar, Cañar,
Chimborazo y Tungurahua, y una de la Amazonía, de la provincia de Morona). A
ellas se podrían añadir los 3 asambleístas que logró la coalición que
presentó la candidatura de Yaku Pérez en las provincias de Cotopaxi, Los
Ríos y El Oro, con lo que las izquierdas suman 8 escaños; pero no se sabe si
podrán llegar a acuerdos.



En los comicios para asambleístas provinciales, Pachakutik perdió un poco
más de 686.000 votos respecto a las elecciones de 2021, sufriendo una
considerable merma en todas las provincias en las que presentó candidatos en
2021 y 2023, pero mayormente en Pichincha (170.000), Azuay (106.000), Guayas
(100.000) y Cotopaxi (66.000).



Estos datos nos plantean al menos dos cuestiones: en primer lugar, ¿qué pasó
con los votos que la izquierda obtuvo en las elecciones generales de 2021 y
en las locales de 2023? Al parecer, no se tomó en cuenta el carácter
contingente de una buena parte de la votación obtenida. Los votantes, sobre
todo en los barrios populares urbanos, no expresaban una votación ya
consolidada, sino la búsqueda iniciada por amplios sectores populares para
salir del entrampamiento de la disputa entre el populismo y las derechas, y
procurar una representación política más independiente. Sin embargo, a la
vuelta de dos años, la mayoría de esos votos se fueron a la derecha -la
mayor parte- y al correísmo. Y ese desplazamiento se produjo no sólo en los
centros urbanos (hacia la derecha), sino incluso en zonas de presencia
indígena (hacia el correísmo).



En segundo lugar, entonces, ¿por qué ocurrió esto? La derrota política de
las izquierdas es más significativa porque no tuvo que ver exclusivamente
con una pérdida tan considerable de votos, sino porque, en este mismo
período, se desplegaron las dos más grandes movilizaciones sociales de los
últimos veinte años: octubre de 2019 y junio de 2022. De manera que las
izquierdas y los principales movimientos sociales han sido incapaces de
convertir en fuerza política esos grandes esfuerzos de movilización de las
clases subalternas. A este aspecto, sin duda el principal, hay que añadir
otros. A contramano de lo que había sido el sentido de la votación recibida,
los asambleístas de Pachakutik terminaron fragmentándose en torno a las
tensiones que sus votantes buscaban superar: un sector pegado al gobierno y
ofreciéndole gobernabilidad; y el otro sector subordinado a las iniciativas
del correísmo. Pero el problema era ya anterior: varios de los asambleístas
que llegaron bajo la bandera de Pachakutik no eran más que oportunistas que
no respondían a línea política ni ideológica alguna; algunos de ellos
terciaron en los comicios de 2023 en las listas de otras agrupaciones.



Para colmo, Pérez anunció su desafiliación de Pachakutik manifestando su
disconformidad con el acuerdo parlamentario con el gobierno y la formación
de un nuevo movimiento político. De esta manera el espacio abierto por la
búsqueda social volvió a quedar vacío, cuanto más que no se hicieron
esfuerzos para mantener el contacto político con los sectores populares que
le habían otorgado su voto en dos elecciones consecutivas.



Concomitantemente, se agudizaron las disputas al interior de Pachakutik y
entre las dirigencias de Pachakutik y de la Conaie. A raíz de estas
disputas, el movimiento quedó sin directiva nacional reconocida en el
Consejo Nacional Electoral y no pudo inscribir candidaturas a la presidencia
y a asambleístas nacionales. Pero esta ausencia pasó por otro incidente:
cuando se discutían las precandidaturas presidenciales se presentó la opción
de Leonidas Iza, presidente de la Conaie; no obstante, al poco tiempo, Iza
renunció a su postulación alegando falta de condiciones para una elección
transparente. A resultas de eso, la dirigencia de la Conaie hizo un
prolongado silencio sobre las elecciones presidenciales y orientó a votar
exclusivamente por los candidatos a asambleístas nacionales; al mismo
tiempo, tomó como su principal enemigo a Yaku Pérez antes que a la derecha y
al correísmo. Entre una cosa y otra, las masas quedaron sin una orientación
política clara.



Pero si esta era la situación en Pachakutik, en la candidatura de Yaku Pérez
las cosas no iban mejor. Al parecer, se confiaba en que la imagen personal
del candidato serviría para sostener una porción más o menos considerable de
los votos obtenidos en 2021, sin haber impulsado desde entonces iniciativas
importantes para mantener los lazos políticos y espirituales con los
votantes de entonces. Por otra parte, la campaña priorizó la presencia de
las organizaciones políticas de la alianza, dejando claramente en segundo
plano la relación con las organizaciones sociales, lo que trató de
enmendarse ya en los días finales de la campaña. Además, el tono de la
campaña se parecía demasiado a la de dos años atrás, sin tomar en cuenta las
nuevas preocupaciones a las que era sometida la población. Finalmente, la
trayectoria inmediatamente anterior de los socios de la alianza no brindaba
mucha seguridad política: el partido Socialista respaldó en 2021 la
candidatura del liberal Montúfar y en las elecciones locales presentó la
candidatura de Freile, un personaje claramente situado hacia la derecha del
abanico político, al punto de haber coincidido en el respaldo a iniciativas
de Vox frente a América Latina.



El centro y los movimientos locales



El centro político también sufrió un descalabro en las elecciones. La ID
pasó por vicisitudes similares a las de Pachakutik, fracturándose entre un
ala subordinada al gobierno y otra subordinada al correísmo. Hervas, su
candidato presidencial de 2021 se afilió al partido recién después de las
anteriores elecciones presidenciales, pero se desafilió al poco tiempo y
terminó presentándose esta vez como candidato de Reto. Internamente, las
contradicciones de la ID terminaron muy pronto con la existencia de dos
directivas nacionales y con la imposibilidad de presentar candidatos a nivel
nacional. Tampoco a nivel provincial logró presentar candidaturas más que en
pocas circunscripciones y no obtuvo ninguna curul, frente a los 18
asambleístas que había logrado en 2021. Así, su renacimiento de hace dos
años terminó siendo un espejismo gracias a las limitaciones políticas de su
dirigencia y sus principales figuras.



Por su parte, los movimientos políticos locales continuarán manteniendo una
presencia en la Asamblea, aunque menor que en 2021. Ahora lograron 6
curules: una en Carchi, dos en Pastaza, una en Sucumbíos y otras dos en
Santa Elena.



Las consultas sobre el extractivismo



Al mismo tiempo que se votaba para presidente y para asambleístas, se
realizaron dos consultas populares sobre temas ambientales: una era
nacional, consultando sobre mantener bajo tierra el petróleo en el bloque
ITT del parque nacional Yasuní; la otra era local, exclusivamente en el
distrito metropolitano de Quito, para prohibir la minería metálica en el
Chocó Andino.



En ambas triunfó el Sí con relativa amplitud. En la consulta sobre el
Yasuní, el Sí obtuvo 58,95% contra 41,05% del No. La consulta sobre el Chocó
se subdividió en cuatro preguntas que versaban sobre la minería artesanal
(68,04% para el Sí), la minería a pequeña escala (68,02% para el Sí), la
minería a mediana escala (68,50% para el Sí) y la minería a gran escala
(68,51% para el Sí).



Sin duda se trata de un resultado importante para la perspectiva de
modificar el modelo de desarrollo económico, hasta ahora centrado en el
extractivismo y ha tenido resonancia internacional. Pero también es
pertinente plantear algunas cuestiones.



¿Cambios en la conciencia social? Los resultados muestran que se están
produciendo cambios en la conciencia social respecto a los temas
ambientales; se marca un retroceso del desarrollismo y de la ecuación
progreso=petróleo que había dominado las mentalidades desde que el Ecuador
entró con fuerza en la exportación petrolera en 1973. Sin embargo, no
alcanza para plantear con claridad una propuesta de otra economía, excepto
en los círculos ecologistas. Parte de una cierta “zona gris” al respecto
tiene que ver con que las consultas enfrentaron las mismas dificultades que
las elecciones presidenciales y legislativas: el corto tiempo de campaña no
permitió una discusión más amplia y profunda. Por otra parte, aunque el Sí
triunfó en 22 de las 24 provincias, perdió justamente en las provincias
amazónicas más directamente involucradas en la explotación petrolera: en
Sucumbíos el No alcanzó 51,59%, y en Orellana llegó al 58%.



Los protagonistas. Si bien la campaña a favor del Sí en la consulta sobre el
Yasuní fue llevada adelante sobre todo por grupos ecologistas y
organizaciones indígenas, el debate de los candidatos presidenciales mostró
a los candidatos bastante próximos a esa posición; quien la defendió con
mayor claridad fue Yaku Pérez, pero Daniel Noboa también se pronunció de
modo explícito por el Sí. En la campaña no quedaron suficientemente claras
las diferencias entre un ecologismo capitalista y un ecologismo de
izquierdas o popular, indistinción que fue favorecida por la falta de una
discusión mucho más amplia de cara a los sectores populares.



¿Existen condiciones para recuperar la movilización social en las luchas
ambientales? En los últimos años del correísmo y en lo que llevamos de
recorrida esta segunda etapa neoliberal, han sido importantes las luchas
sociales en contra de la minería y de concesiones petroleras, vinculadas
sobre todo con la defensa de la tierra y de las fuentes de agua. Obviamente,
se han tratado de movilizaciones locales. ¿Los resultados de la consulta
muestran que hay posibilidades de impulsar movilizaciones nacionales en
torno a estos conflictos? Ni bien se dieron a conocer los resultados de esta
elección, el gobierno de Lasso, por boca de su ministro de Energía, se
apresuró a declarar que no acataría los resultados, argumentando que las
poblaciones directamente involucradas se habían manifestado en contra; y
dejando al próximo gobierno la decisión de si cumplir o no con la voluntad
expresada en las urnas. La declaración fue rechazada por grupos ecologistas,
pero no generó aún una respuesta social más amplia, ni siquiera en el plano
declarativo.



*  Mario Unda es sociólogo, docente universitario, activista de izquierda.
Maritza Idrobo es socióloga, activista social y de izquierda.



Nota



La consulta sobre el Yasuní tiene una larga historia. En sus primeros años
de mandato, Correa asumía un discurso ecologista y contaba con el respaldo
de varias organizaciones ambientalistas; de esta proximidad surgió la
propuesta de dejar el petróleo bajo tierra en un pequeño segmento del parque
nacional Yasuní, iniciativa que buscaba sensibilizar a gobiernos e
instituciones internacionales para generar un mecanismo de compensación que
le compense al Ecuador por los recursos no percibidos de la exportación de
ese petróleo. Pero el mismo Correa nunca fue muy entusiasta de la propuesta;
ante la demora en la respuesta internacional resolvió iniciar la explotación
en esa zona. Eso movió a grupos sociales y de jóvenes a juntarse en el
colectivo Yasunidos que impulsó la propuesta de una consulta popular para
mantener la iniciativa, para lo que obtuvo un amplio respaldo social. Pero
el Consejo Electoral de la época anuló fraudulentamente cientos de miles de
firmas para impedir la realización de la consulta. Tras 10 años de demandas,
la Corte Constitucional resolvió finalmente dar paso a la consulta.

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