Brasil/ "No se puede combatir el desmonte sin enfrentar el agronegocio".[Luciana Gatti - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 12 00:00:30 UYT 2023


  _____

Correspondencia de Prensa

12 de septiembre 2023

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____



Brasil



El efecto Bolsonaro sobre la Amazonia y el futuro del clima brasileño



«No se puede combatir el desmonte sin enfrentar el agronegocio»



En un nuevo estudio publicado en Nature, la investigadora en química
atmosférica Luciana Gatti y el equipo que lidera rastrearon el «efecto
Bolsonaro» sobre la mayor selva tropical del planeta. En la semana en que se
celebra el Día de la Amazonia, Gatti conversó con Brecha sobre su
investigación.



Marcelo Aguilar, desde San Pablo

Brecha, 8-9-2023

https://brecha.com.uy/



Como Gatti y su equipo habían alertado en julio de 2021, con datos
recolectados entre 2010 y 2018, la Amazonia, finalmente, se convirtió en una
fuente neta de emisión de carbono. En un estudio publicado la última semana
de agosto en la revista Nature y que analiza datos de 2019 y 2020 –los dos
primeros años de gobierno de Bolsonaro–, la doctora en Ciencias,
especialista en química atmosférica y coordinadora del Laboratorio de Gases
de Efecto Invernadero del Instituto Nacional de Investigación Espacial de
Brasil (INPE, por su sigla en portugués) y el equipo que ella lidera
encontraron un panorama aún más alarmante. Las emisiones de gases de efecto
invernadero aumentaron un 89 por ciento en 2019 y un 122 por ciento en 2020
respecto a la medición anterior. Como revela el nuevo estudio, la
flexibilización de las políticas públicas tiene un papel fundamental en la
destrucción de ese ecosistema.



—¿Cómo resumiría los resultados obtenidos en este nuevo estudio?



Yo diría que nos sorprendió cómo dos años de falta de políticas públicas de
control del desmonte afectaron tan enormemente a la Amazonia. Al punto de
que la región oeste, que era una región neutra en materia de emisiones, dejó
de serlo. Cuando digo neutro me refiero a que las absorciones de la selva
están compensando la totalidad de las emisiones. Durante los primeros años
del gobierno de Bolsonaro, eso dejó de suceder. El desmonte avanzó en las
regiones más preservadas de la Amazonia, regiones que, justamente por ser
las más preservadas, son muy importantes para el balance de gases en la
atmósfera.



Con lo que hemos aprendido con el lado este de la Amazonia, el desmonte
lleva a un cambio de la condición climática, que luego genera estrés para la
selva, que deja de funcionar como lo venía haciendo. Hoy una parte
importante de la Amazonia que estaba sana está dejando de serlo a causa de
las acciones humanas. Eso muestra cuán nocivo es para la propia continuidad
de la selva el proyecto de usar tierras amazónicas para aumentar el área
agrícola.



Existe una correlación muy fuerte entre la condición climática y el
funcionamiento de la selva, y la resiliencia de esta última no parece ser
tan grande como se decía previamente. En dos años vimos que las emisiones
amazónicas aumentaron un 122 por ciento. El desmonte aumentó un 80 por
ciento. El área cultivada de soja aumentó un 68 por ciento, la de maíz, un
58 por ciento y la dedicada a los rebaños bovinos, un 13 por ciento. Y,
atención: la exportación de madera bruta aumentó un 693 por ciento. Esos son
datos oficiales, gubernamentales, por lo que imaginamos que el escenario
real puede ser peor. Por ejemplo, bajo la gestión del ministro de Ambiente
de Bolsonaro, Ricardo Salles, se eliminó la obligación de que los
exportadores de madera tuvieran licencias emitidas por el Instituto
Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales, lo que significó
que los empresarios pudieron declarar de su propio puño y letra que las
suyas eran áreas reforestadas o de eucaliptos, mientras que en los hechos
vendían maderas seculares. Hubo una extracción gigantesca de madera, y eso
probablemente explica por qué el aumento de las emisiones de carbono fue
mayor proporcionalmente que el aumento del desmonte y otras actividades. Es
necesario poner un freno al comercio de madera en la Amazonia, porque está
siendo una fuente de degradación muy significativa.



—¿Qué significa que la selva deje de absorber y deje de tener ese papel como
reguladora de emisiones?



No existe una medida de cuánto absorbe la selva, existe una medida del
resultado final. Y, si estamos viendo una emisión neta, significa que
existen más emisiones que absorciones. Hace un año y medio que estamos
haciendo unas mediciones que nos van a dar la cantidad de absorción que
efectivamente hay, pero en este estudio eso todavía no aparece. Al ver el
dato, el 122 por ciento de aumento de emisiones, nos preguntamos: ¿es que la
selva absorbió menos?, ¿o es que las emisiones aumentaron? Sabemos que la
mayor parte de la absorción ocurre en la estación lluviosa, y durante esa
estación no hubo cambios en el comportamiento de la Amazonia como un todo en
relación con el promedio de esa estación entre 2010 y 2018, cuando sí
ocurrieron graves problemas en la estación seca, con el desmonte y las
quemadas efectuadas por los empresarios, que aumentaron el área quemada en
un 42 por ciento.



En el período estudiado ahora existe una emisión importante que no vino del
fuego, sino que –creemos– responde a la degradación que ocurrió en relación
con el desmonte y con la extracción de madera. El hecho de que ocurra
durante la estación seca muestra que el problema no es que la selva absorbió
menos, el problema es que las emisiones humanas aumentaron. Y para tener
certeza de eso existen las alertas de desmonte. Esos mapas nos muestran que
donde las emisiones aumentaron, el desmonte también aumentó. Para mostrar
que eso tiene que ver con la falta de políticas públicas, mapeamos las
multas, los embargos y las destrucciones de equipamientos utilizados en los
crímenes ambientales, un trabajo que hicimos junto con colegas de todas las
áreas estatales implicadas. Vimos que todo ese contralor fue casi cero
durante el gobierno de Bolsonaro, en una caída gigantesca con lo ocurrido
previamente. Así fue que comprobamos que fue claramente la retirada de las
políticas públicas lo que permitió el avance del agronegocio en la Amazonia,
con consecuencias mucho mayores de las hasta ahora imaginadas.



—¿Qué destino tienen esas tierras que sufren las quemadas y el desmonte?



Generalmente esas son acciones de grileiros, especuladores ilegales que
luego comercializan esas tierras. El grileiro va con el maderero, deforesta,
retira las maderas de mayor valor, el maderero las exporta, luego prenden
fuego y venden esa tierra al criador de ganado. Hay todo un movimiento
criminal de apropiación de tierras públicas, todo un sistema de comercio. Es
terrible anunciar que el área agrícola aumentó un 70 por ciento, porque es
un absurdo que aumente la producción sojera a costa de desmontar la
Amazonia. Un colega llama agrosuicidio a esa operativa del agronegocio,
porque los empresarios están matando la fábrica de las lluvias.



—Algo que va a afectar, en otras regiones del país, a sus propios negocios…



Exactamente. El conjunto del agronegocio paga el precio por esa estrategia
de lucro de una pequeña parte de los productores que compran tierras
ilegales más baratas y desmontan regiones que deberían operar como reservas
legales. En las regiones donde aumenta el desmonte, se pierde la lluvia y
aumenta la temperatura; no hay vuelta. En lugares como la reserva federal
Floresta Nacional do Tapajós, que se convirtió casi en una isla en medio de
la soja, los árboles mayores están cayendo con una facilidad absurda.
Lluvias de 20 minutos están derribando grandes cantidades de árboles. Lo
llamaría ogronegocio, porque es sinónimo de ignorancia, y ellos ignoran la
función de la selva en la regulación del clima, e incluso su papel en las
condiciones climáticas que son tan fundamentales para la agricultura.



Otra cosa que no podemos tolerar son proyectos que hablan de pecuaria
sustentable y plantan eucaliptos en la Amazonia; eso es un disparate: es un
segundo asesinato, seca todo. Eso contribuye a los eventos climáticos
extremos, grandes desastres e inundaciones. Debemos entender que el problema
es el desequilibrio que patrocinamos con el uso de la superficie de la
tierra. Estamos sustituyendo la naturaleza por algo diferente, y eso tiene
consecuencias. ¿El hecho de que Bolsonaro y Salles hayan acelerado el
desmonte en Brasil de forma insana, cortando 24 árboles por segundo, no
estará relacionado con la gravedad de la crisis de sequías, inundaciones y
deslaves que vivimos? Los árboles son parte de la producción de lluvia:
toman agua del subsuelo y la vierten en forma de vapor en la atmósfera, en
ese proceso enfrían el ambiente. Cuanto más se desmonta, más calor hace y
más carbono se emite, y esto acelera el cambio climático. Eso contribuye al
aumento de desastres, porque esos gases mantienen el calor en la atmósfera
y, como está más caliente, más agua se queda en la atmósfera. Cuando llega
un frente frío, hay mucha más agua para llover en un corto espacio de
tiempo, y por eso se dan esos volúmenes de lluvia: cuanto mayor es la
diferencia de temperatura, mayor es la intensidad del evento.



—Uruguay acaba de vivir una de las peores sequías de su historia, y tiene
vastas áreas plantadas de eucalipto para alimentar plantas de celulosa…



El eucalipto tiene un papel importantísimo en ese sentido, porque va secando
ríos y nacientes. Recientemente fui a visitar una ecovila, que hace seis
años que está en disputas con la papelera Suzano porque les secó el río.
Esas industrias se llevan solamente la materia prima, la pasta, crean
poquísimo empleo y se roban el agua de Brasil. Lo que dejan es la seca. Si
quieren hablar de renta, deberían traer la industria del papel para acá. Hay
muchas cosas que precisan ser revisadas en ese proyecto de América Latina
como exportador de commodities. Hay una extracción gigantesca de nuestros
potenciales naturales y nuestras reservas, que conlleva un desequilibrio
climático que nos va a llevar a un colapso muy rápidamente.
Desindustrializados, con poco empleo y, encima, perdiendo nuestras
condiciones climáticas, vamos hacia un completo desastre. Es un plan de
fracaso a mediano plazo que ya tiene sus consecuencias en el corto plazo,
como en el caso de Uruguay con la sequía. Si no hacemos nada, ese colapso va
a llegar.



—En este último estudio, los datos son de 2019 y 2020, cuando el gobierno de
Bolsonaro se iniciaba y ocupaba los titulares internacionales por la
destrucción de la Amazonia. ¿En qué medida ese cambio político explica los
resultados descubiertos?



Para pensar desde el punto de vista político, es necesario mirar cómo el
agronegocio se movió en Brasil. Desde el gobierno de Dilma [Rousseff]
veíamos que el poder del sector estaba aumentando. En realidad, ya desde
antes. En 2012 estaban consiguiendo mayor representación en el Congreso
Nacional, lo que quedó demostrado con la aprobación del Código Forestal, que
fue una masacre contra la naturaleza y fue un momento bisagra para volver a
causar daños a la Amazonia. Fue ese sector también el que estuvo detrás del
golpe a Dilma, y es posible ver el crecimiento del desmonte acelerado desde
2016. Temer inició muchos cambios que Bolsonaro agravó cuando llegó al
poder. ¿Y quién estaba detrás de la campaña de Bolsonaro? El agronegocio y
los militares. Llegó a la presidencia en parte gracias a ese poderío
financiero y representó a ese sector de la sociedad en el gobierno. Ese
proyecto de «Brasil, hacienda del mundo» es un proyecto que demuestra la
terrible ignorancia de sus impulsores. Porque se basa en la idea de que
tenemos un país con un clima favorable a la agricultura y de que eso hay que
aprovecharlo. Pero tenemos esas ventajas porque somos un país tropical con
una vegetación exuberante, eso es parte esencial de nuestra condición
climática. En la medida que postulan la destrucción de eso, estamos ante un
programa autodestructivo. Yo escuché de la boca de un hacendado que la selva
es un desperdicio de tierra.



—¿Cómo evalúa la política ambiental del gobierno de Luiz Inácio Lula da
Silva? ¿Ve acciones que permitan creer en una posible reversión del
escenario descripto?



Ese gobierno tiene un problema básico y es la gran alianza que se llevó
adelante para poder ganar la elección y sustentarse en el gobierno, incluso
con sectores que representan ese modo dañino de hacer las cosas en la
dimensión ambiental. Mientras tenemos una excelente ministra de Medio
Ambiente, como Marina Silva, tenemos también un ministro de Agricultura que
viene del agronegocio [Carlos Fávaro] y que continúa aprobando venenos como
hacía la ministra anterior [la representante del agronegocio y actual
senadora Tereza Cristina].



No es posible preservar la selva, reducir el desmonte y, al mismo tiempo,
ampliar el área agrícola. Ya desmontamos más de lo que podíamos y vemos hoy
una modificación climática en la Amazonia que la está haciendo llegar al
punto de no retorno, por lo que deberíamos estar en un gran proyecto de
restauración de ambientes naturales. Y, sin embargo, vemos al ministro de
Minas y Energía queriendo abrir una nueva frontera de explotación petrolera
en la desembocadura del río Amazonas, una región que absorbe una cantidad
gigantesca de carbono, que tiene corales únicos y una biodiversidad
riquísima. Y vamos a arriesgarnos a invertir nuevamente en fósiles cuando
deberíamos estar yendo rumbo a energías alternativas, con menos impacto
ambiental.



Veo que Lula es más optimista de lo que la realidad nos muestra. Él cree que
va a conseguir combatir el desmonte sin enfrentar al agronegocio, y no se
puede. En algún momento se va a tener que sentar a la mesa y decirles: «Lo
que están haciendo es insostenible, vamos a tener que poner orden en la
casa». No hay lugar para la soja y el maíz en la Amazonia. Otro problema es
que Bolsonaro dejó a la Amazonia sin ley. Las organizaciones criminales se
fortalecieron mucho y se armaron, y enfrentarse a ellas no será como antes.
Lo cierto es que el gobierno de Lula es una guerra intestina de distintas
fuerzas, y es una incógnita cuánto podrá avanzar en el tema ambiental, para
lo que también sería preciso un escenario diferente en el Congreso.



—¿Tiene usted esperanza?



Soy una luchadora, batallo por la ciencia y por lo que creo que debe
hacerse. No podemos desanimarnos, tenemos que hablar cada vez más y más.
Siendo bien sincera, tenía miedo de que me dieran un tiro en la cabeza
durante el gobierno anterior. Las amenazas y los chantajes eran permanentes,
el INPE sufrió una presión enorme. Fui vigilada directamente por la
Presidencia de la República, pero tomé la decisión de no callarme, de seguir
hablando. Soy una funcionaria pública, por lo tanto, del pueblo. Si yo me
quedara quieta porque al ignorante que estaba sentado en la silla
presidencial no le estaba gustando el resultado de la investigación
científica, no tendría respeto por mí misma. Fueron momentos muy difíciles,
pero acá estamos. Así es la pelea que tenemos que dar, y lo haremos lo mejor
que podamos.

  _____





--
Este correo electrónico ha sido analizado en busca de virus por el software antivirus de Avast.
www.avast.com

------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20230912/c27a1b30/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa