Economía/ El capitalismo tardío como desciframiento de la modernidad. [Francisco Louça]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Sep 23 23:10:49 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

23 de septiembre 2023

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Economía



Prólogo al libro de Ernest Mandel



El capitalismo tardío como desciframiento de la modernidad



Francisco Louça

Viento Sur, 23-9-2023

https://vientosur.info/



Cuando, en 1961, Ernest Mandel entregó el manuscrito del Tratado de economía
marxista [1] a su editor, todavía era relativamente poco conocido fuera de
los círculos militantes en los que había estado involucrado desde su
juventud.



Con 38 años, y tras una larga preparación del libro, no solo disponía de un
conocimiento profundo de la teoría y de las alternativas en disputa, sino
también de datos empíricos y aportaciones de otras ciencias; y, de esta
manera, se oponía a una tendencia entre los marxistas posteriores a la
Segunda Guerra Mundial que, en el contexto de la Guerra Fría y después del
fracaso de las revueltas en Francia y en Grecia, con la imposición de las
reglas del imperio norteamericano en Occidente y con el reforzamiento del
estalinismo en la URSS, se volcaron a la filosofía y, sobre todo, a la
estética, alejándose de la lucha política y del análisis de las
contradicciones del capitalismo triunfante. El libro disfrutó de un éxito
generalizado desde su publicación en 1962 y confirmó a Mandel como el más
dotado y profundo de los economistas marxistas, lo que se consolidaría a lo
largo de los años siguientes.



Sin embargo, como nos cuenta en el prefacio de la primera edición alemana de
este libro, publicado en 1972 y que sería su aportación fundamental, el
autor quedó insatisfecho con el capítulo sobre la economía contemporánea,
que consideraba como “demasiado descriptivo”; sobre todo, porque no
profundizaba en el análisis de las etapas de la evolución del capitalismo y,
en particular, porque no relacionaba las leyes del desarrollo del capital
con el estudio de sus diversas manifestaciones (lo que sería su principal
punto de divergencia con las teorías monocausales de las crisis de
sobreproducción, que eran dominantes durante la década de 1960 y
anteriores).



El camino de cara a ese libro, que es el que ahora está en manos del lector
o lectora, recorrió dos vías fundamentales. La primera fue la profundización
en el estudio de Marx, con la publicación de La formación del pensamiento
económico de Karl Marx, en 1968. Se trataba de una polémica contra la visión
entonces hegemónica, según la cual habría dos Marx contrapuestos, uno de
juventud, más bien romántico, y otro de madurez, científico y riguroso.
Althusser era, por entonces, uno de los impulsores de esta comprensión de la
“ruptura epistemológica” entre los dos Marx, pero no era el único. Ahora
bien, como ha demostrado Mandel, el concepto de “alienación” atraviesa toda
la obra y establece un puente entre las obras de juventud, como los
Manuscritos de París (1844), y las últimas obras, de madurez, como El
Capital (1867). La publicación de los Gründrisse (1858), que apareció en
1939, en el año en que comenzó la Guerra, y especialmente su edición de
1953, demostraron con claridad cómo Marx mantuvo a lo largo de su vida sus
conceptos fundamentales sobre la naturaleza de la explotación y cómo hizo de
ellos un manifiesto de combate. La amistad de Mandel con Roman Rosdolsky,
uno de los fundadores del Partido Comunista de Ucrania, un viejo bolchevique
y profundo conocedor de los textos marxistas, puede haber contribuido a este
camino de estudio de Marx (Rosdolsky murió en 1967, siendo publicado
póstumamente en ese mismo año el notable Génesis y Estructura del Capital de
Karl Marx). Siendo así, que desde el Tratado Mandel ha consolidado su
marxismo crítico y, por tanto, no solo con fidelidad al origen, sino también
impulsando su desarrollo.



La segunda vía que prosiguió a lo largo de esa década –que, no se debe
olvidar, fue también la época del Mayo del 68, del otoño italiano, del
crecimiento de resistencias antifascistas en el Estado Español y bajo otras
dictaduras– fue el trabajo sobre la crisis económica. Sus siguientes
publicaciones, en ese campo, fueron dos artículos en el Socialist Register y
en Le Temps Modernes, en 1964 [2], analizando la posibilidad de un vuelco
económico. Este esfuerzo demostraba cómo buscaba profundizar su
interpretación de las fuerzas actuantes en la crisis. Fueron estos dos
procesos intelectuales, el estudio del Marx menos conocido y la discusión de
las contradicciones del modo de producción capitalista, los que lo llevaron
a la Tercera Edad del Capitalismo, publicado inicialmente en alemán como
Capitalismo Tardío [3]. Los dos títulos tienen cierta ambigüedad, a la que
se refiere el autor en el prólogo original: no se trataría de identificar
una nueva época, ni un “neocapitalismo”, ni una nueva fase de un
“capitalismo monopolista de Estado”, sino una secuencia temporal dentro de
la época del imperialismo. “Lamento, además, no haber encontrado un nombre
mejor para esta época histórica que este –insatisfactorio porque es sólo
cronológico y no sintético– de Spaktapitalismus, o tercera edad del
capitalismo”, escribe. [4].



Este libro, que es también la tesis doctoral que Mandel presentó para su
aprobación en la Universidad Libre de Berlín, donde fue profesor invitado
(en el mismo año ocupó una plaza en la Universidad de Vrijen, en Bruselas),
fue escrito entre 1970 y 1972, cuando la noción de una profunda crisis
sistémica aún era dudosa pero comenzaba a merecer atención (en 1971, el
sistema monetario internacional establecido en Bresatton Woods había sido
destrozado por Nixon). El autor había explicado las crisis económicas en su
Tratado siguiendo la idea del eco-ciclo de la inversión, sin considerar
entonces los largos períodos de transformación tecnológica y social. Ahora
bien, a partir de 1964, amplió su perspectiva y comenzó a estudiar los
trabajos de Kondratiev (artículos de 1922, 1924 y 1926 y el resumen del
debate en el Instituto de Coyuntura de Moscú, que sólo se publicará en 1928
en ruso) [5], la confrontación con Trotsky sobre el tema (el informe de 1921
al congreso de la Komintern y su polémica de 1923 con Kondratiev) [6], y la
contribución del más heterodoxo de los economistas ortodoxos, Joseph
Schumpeter (sobre todo, su libro Business Cycles de 1939) [7]. A partir de
estos autores, a los que Mandel reinterpretaría proponiendo su propia
teoría, el estudio de las ondas largas del desarrollo capitalista pasó a
ocupar su agenda y se convirtió en uno de las incorporaciones más
sustanciales que introdujo este libro (en ediciones posteriores, también
separaría el texto sobre la ideología y el Estado en dos capítulos
distintos, con la intención de desarrollar el tema, aunque sólo lo
esbozaría).



Las ondas largas y el capitalismo tardío



La constatación de la existencia de largos periodos de aceleración y
desaceleración económica a lo largo del siglo XIX y principios del XX había
sido reconocida por muy diferentes autores: Parvus (1901) y Van Gelderen
(1913), ambos miembros de partidos socialdemócratas, Bresciani-Turroni
(1913, 1916), Pareto, que luego sería nombrado senador vitalicio por
Mussolini (1913) y Tonelli (1921), en la academia. Otros economistas han
abordado el mismo tema (Aftalion, Tugan-Baranowski). Estos diversos
economistas estuvieron de acuerdo con la cronología de largos períodos de
expansión y contracción y reconocían la necesidad de combinar factores
económicos, políticos y sociales en su análisis. Sin embargo, las
explicaciones eran contradictorias: para Pareto, las ondas serían el
resultado de conflictos dentro de la élite dominante, particularmente entre
especuladores y rentistas, mientras que para Turroni y Tonelli, como para
Parvus y Van Gelderen, serían el efecto de luchas sociales determinadas por
la disputa sobre la tasa de ganancia.



Van Gelderen sería, entre estos autores, quien propondría una tesis más
elaborada, siendo seguido por De Wolff, amigo suyo [8]. Kondratiev,
especialista en estadística, comenzó a dedicarse al tema en 1922 y no
conocía los escritos de Gelderen, pero llegó a la misma conclusión [9].
Trotsky, que habría conocido el concepto de su camarada Parvus sobre
períodos Sturm und Drang [10], de expansión y depresión en las economías
capitalistas, se refirió al tema en su discurso en el congreso de la
Komintern de 1921, reconociendo diferentes etapas y “coyunturas” en la
evolución económica.



De esta manera, pretendía agregar un elemento de crítica a la posición de la
ultraizquierda de la Internacional, en particular a la de Bela Kun y la
dirección del KPD, que defendían la tesis de que la revolución era inminente
ante el esperado colapso del capitalismo, y que recomendaban una acción
ofensiva, sobre todo en Alemania. Kondratiev publicó su primer estudio, en
el que planteó la hipótesis de un movimiento estadísticamente detectable de
grandes variaciones en el desarrollo capitalista, en 1922. Sin embargo, al
año siguiente Trotsky lo criticó, utilizando datos del Times londinense para
identificar una “curva de desarrollo capitalista” que sería modificada por
eventos exógenos, como revoluciones, guerras y decisiones políticas. Criticó
así el intento de endogeneizar todos los factores políticos y de ignorar la
autonomía de la esfera social en relación con la economía, es decir, el
papel de la estrategia y de los partidos políticos. Kondratiev quedaría
sorprendido por esta crítica, pues se sentía cerca de cómo se abordó el tema
en el discurso de 1921, y no comprendió que el blanco de Trotsky pasara a
ser otro sector de su propio partido: la tesis de Bujarin sobre la
estabilización del sistema, en el polo opuesto del debate anterior. La
visión de Trotsky, que de alguna manera influyó en la lectura de Mandel, era
que, si hay una tendencia de desarrollo económico, son los factores
políticos exógenos los que determinan los puntos de inflexión, o que las
contradicciones internas producen un “equilibrio dinámico” a través de
rupturas determinadas exógenamente. En otras palabras, la política manda. De
alguna manera, esta interpretación se impuso trágicamente en la vida de
estos hombres: en 1928, Kondratiev fue arrestado y, aunque seguiría
escribiendo en prisión, ya no podía comunicarse con sus colegas y fue
fusilado después de ocho años de cárcel; Trotsky sería por el mismo período
apartado del partido y exiliado, y más tarde asesinado.



Las contribuciones teóricas de Mandel



Este libro de Mandel sobre la “tercera edad” constituye su magnum opus y su
análisis global más sistemático del capitalismo y sus cambios estructurales.
En el momento de su publicación y en los años siguientes, parte del debate
sobre la existencia o no de estas ondas largas, que ya se había avivado, se
centró en el uso de diversas técnicas estadísticas para medir las
desviaciones de la serie real en relación a una tendencia teórica, a través
de la descomposición de series (como hicieran Kondratiev y Oparin, y
prosiguieran Kuznets, Imbert, Dupriez, Duijn, Kleinknecht, Menshikov, Ewijk,
Zwan, Hartman, Metz, Reijnders, etc.) [11]. Por el contrario, Mandel se basa
en el estudio de las contradicciones internas del modo de producción
capitalista para explicar el paso de una fase de expansión a otra de
depresión, sugiriendo que serán necesarios shocks sistémicos para generar
una nueva fase de expansión (fase A), una vez instalado un largo período de
retracción o desaceleración de la tasa de ganancia y acumulación, pero el
viraje a la fase de contracción (fase B) es producida por el propio
movimiento de acumulación y sus contradicciones. Así, no propone una simple
síntesis entre Trotsky y Kondratiev, sino una teoría distinta y original,
que incorpora la autonomía del proceso político en el marco de las “leyes
del desarrollo”, o tendencias fuertes de la evolución del capitalismo, que,
como ya se verá, son “parcialmente indeterminadas”, y considera “la sociedad
como una totalidad orgánica estructurada, movida por el peso de las
contradicciones internas” [12]. Así, Mandel fue uno de los primeros autores
en desarrollar una explicación históricamente integrada de estos procesos. A
éste le siguieron algunos otros autores, en el período de mayor
florecimiento del estudio de las ondas largas: Gordon (y los primeros
trabajos de la Social Structures of Accumulation), algunos de los
regulacionistas franceses, también Shaikh, Wallerstein, Freeman, Pérez,
Tylecote, Rosier, Dockès, Kleinknecht e historiadores y estadísticos de las
fases del capitalismo, como Maddison. Hay una importante razón teórica para
que largos períodos de la historia económica no estén representados por las
mismas relaciones estructurales, calculadas a través de una regresión u otro
instrumento de descomposición estadística: es que las mutaciones son
permanentes en el proceso económico, ya sea en la innovación tecnológica, en
los conflictos en las relaciones laborales, en los cambios en las
instituciones políticas, o en la estructura y tamaño de los mercados, o
incluso en los cambios en las estrategias de los grupos sociales. Las
premisas de equilibrio están destinadas a fracasar, y los métodos
econométricos tradicionales, particularmente aquellos que asumen el
principio de estabilidad causal e intertemporal, dan respuestas erradas a
una pregunta errada.



La descomposición estadística de las series se inspiró en el trabajo pionero
de Ragnar Frisch, quien en un artículo publicado en 1933 (el mismo que le
haría merecedor del primer Premio Nobel de Economía, establecido en 1969),
proponía la distinción entre un sistema de impulso [estímulos] (generado por
shocks exógenos no sistemáticos) y un sistema de propagación [contagio] (que
representaría el mecanismo de la economía, determinando un efecto de
disipación de los shocks). Si bien Frisch no realizó un análisis estadístico
con datos empíricos, sino una simulación matemática, tanto porque
desconfiaba del enfoque probabilístico que servía de base para las
regresiones y cálculos estadísticos, como porque creía que no sería posible
obtener pruebas estadísticas de la “autonomía”, es decir, de la robustez de
comportamiento de variables esenciales, propuso esta dicotomía como base
para el análisis de los ciclos [13]. Con el éxito de este modelo, se
estableció y después se prolongó en la epistemología positivista de la
econometría tradicional, que la causalidad debe ser expresada desde la
perspectiva de proximidad exógena, proposición que disgustaba a Schumpeter,
con el que mantuvo correspondencia Frisch para la elaboración de este texto,
quien, a diferencia de su colega, intuía que el capitalismo genera sus
propias innovaciones y sus propias crisis y ésa es su naturaleza. Por otro
lado, al discutir el notable libro de Schumpeter sobre los ciclos
económicos, Business Cycles, algunos distinguidos economistas lo criticaron
por no especificar estas relaciones causales mecánicas [14]. Schumpeter no
quería hacerlo, dado que consideraba el capitalismo como un proceso
adaptativo, lo que Mandel retoma con minuciosidad a partir de las evidencias
precisadas en la Tercera Edad, mostrando el impacto y la adaptación de
sucesivos “sistemas de máquinas”[15].



Ahora bien, la incapacidad de los métodos analíticos tradicionales para
identificar tanto el mecanismo de equilibrio como la regularidad de estos
shocks exógenos, que serían causales, se deriva no tanto de la realidad como
de la forma de estos mismos métodos para analizar los datos. Por otro lado,
las fronteras entre la exogeneidad y la endogeneidad están definidas por el
tipo de modelo que se considere y, por lo tanto, pueden variar, sin ser
necesariamente una consecuencia de la realidad. Lo que no es posible es
exigir un modelo económico puramente endógeno, por dos razones, siendo la
primera que la economía no es suficiente para explicar el capitalismo. En
segundo lugar, como demostró Polanyi en The Great Transformation (1944), la
imagen de un funcionamiento independiente y mecánico de la esfera económica,
imponiéndose a la sociedad, es una proyección ideológica del liberalismo
para la justificación del mercado imperfecto, un factum de la imaginación.
De hecho, la exigencia de una teoría que lo explique todo es absurda: para
que sea posible una explicación con completa formalización endógena, tendría
que incluir todas las variables e incluso la extravagante afirmación de que
las fuerzas económicas determinan todos los procesos sociales, guerras y
revoluciones, así como el propio contexto institucional en todo momento.



Por otro lado, una explicación puramente exógena sería redundante e
irrelevante, porque explicaría los acontecimientos por los propios
acontecimientos. O sea, el debate sobre la endogeneidad o exogeneidad de los
factores causales, que resumió Mandel y que condiciona el horizonte de
muchos científicos, es un artificio de un mundo en el que la modelización se
ha convertido en la única forma legítima de interpretación científica. Por
lo tanto, la centralización exclusiva en la endogeneidad o la explicación
por determinación causal exógena son soluciones autodestructivas.



Mandel sugirió una alternativa, una economía realista basada en el
conocimiento de la historia. Por eso, en el capítulo cuatro de este libro,
critica tanto a Kondratiev como a Schumpeter por no utilizar la tasa de
ganancia (o la acumulación) como indicador fundamental de la dinámica
temporal del capitalismo, y así propone estudiar las diversas formas del
capital y sus transformaciones en la segunda mitad del siglo XX. Durante los
últimos quince años de su vida se dedicó a profundizar en este tema, que
comenzó a ser discutido en esta Tercera Edad.



“Determinismo paramétrico” y variables semiautónomas



El problema sería retomado por Mandel en 1978, en sus conferencias Alfred
Marshall en la Universidad de Cambridge, que fueron publica- das en 1980
como The Long Waves of Capitalist Development, y sobre todo más tarde en un
texto de 1985, que dedicó a estudiar las “variables parcialmente
independientes” y que fue incluido como anexo en una reciente edición
francesa de la Tercera Edad. En este texto estudia la “lógica interna en el
análisis marxista clásico”, señalando que algunas variables deben ser
consideradas exógenas en el largo plazo, pero que, al no resultar de un
simple formalismo que establezca la frontera endógeno-exógeno (es decir, lo
que es o no incorporado y definido como consecuencia del proceso formalizado
en un modelo dado), son generados en el corto y medio plazo por el propio
proceso económico. Mandel llamó a esto las “variables parcialmente
independientes (autónomas)”, que representan “todas las dimensiones básicas
del modo de producción capitalista” [16], tales como la composición orgánica
del capital (volumen y distribución del capital) y su estructura (proporción
de activos fijos y circulantes y su distribución entre sectores), la tasa de
plusvalía, la tasa de acumulación (y consumo productivo e improductivo de la
plusva- lía), la evolución del tiempo de rotación del capital, las
dificultades de realización, el intercambio entre sectores, incluyendo las
nuevas formas del sector económico de la industria militar o las finanzas.
Con este concepto, Mandel pretendía evitar la trampa del reduccionismo de
los modelos analíticos y condensar el sistema en el que se determinan estas
variables, es decir, las fronteras donde se dan los conflictos por el
control, coordinación y poder [17].



Esas variables describirían procesos automáticos en la estructura económica:
“Pueden determinar la velocidad, la dirección, el grado de
homogeneidad/heterogeneidad del desarrollo. No pueden alterar la naturaleza
del sistema o invertir sus tendencias históricas generales (…). Además de la
lógica interna del sistema, existen factores exógenos que están activos, que
co-determinan parcialmente el desarrollo del sistema, al menos a corto y
medio plazo” [18]. Pero el texto añadía que la lógica interna está contenida
por la estructura paramétrica que delimita sus trayectorias posibles y que
las grandes mutaciones sistémicas se dan en ese espacio: «Entonces,
cualquier interacción entre las fuerzas exógenas y endógenas siempre está
limitada por esos parámetros, por esas restricciones, y alcanza sus límites
cuando amenaza con eliminar los mecanismos básicos del sistema” [19].



De este modo, Mandel se aleja, y con razón, de los debates clásicos de la
primera mitad del siglo XX, en los que se posicionaron Luxemburg,
Hilferding, Grossmann o Bujarin, que basaban sus análisis de ciclos en los
esquemas de reproducción de El Capital. Mandel criticó esta estrategia
analítica, dado que se trata de estudios basados en la simplificación del
equilibrio de la reproducción, son fotografías estáticas y, en cambio,
deberían estudiarse las tendencias inherentes a la ruptura de esos
equilibrios, como la relación entre factores causales y sólo comprensibles
en contextos concretos. Sin historia, la teoría económica es incapaz de ver
la realidad.



Michal Kalecki había abordado un problema similar en uno de sus últimos
artículos, en 1968, sugiriendo la definición de "variables semiautónomas"
para representar las fuerzas exógenas en el contexto de los modelos
matemáticos, pero que debían ser explicadas por la teoría, y así formuló sus
modelos de crecimiento y crisis. De esta manera, abandonó la inquietante
demanda de una endogeneización completa de la relación entre variables, al
mismo tiempo que señaló que un modelo limitado a unas pocas variables nunca
podría representar la realidad. Por eso prefería modelos flexibles,
asumiendo sus limitaciones, pero realistas, aunque parciales, sustentados en
una teoría general que interpretase sus limitaciones y resultados. No
desarrolló este tema, pero su intuición fue notable [20]. Es por reconocer
estas dificultades que el concepto de variables parcialmente independientes
es tan importante, pues desarrolla el papel condicionante de la historia en
el marxismo: en lugar de simplificación y determinismo, reincorpora la
sucesión de modos de producción en una historia indeterminista y como
totalidad orgánica, que analiza procesos y no el equilibrio, utilizando la
dialéctica en lugar de una inalterabilidad causal, o determinaciones
concretas y locales y no abstractas. Tal vez por eso, en una síntesis
autobiográfica en los últimos años de su vida, escrita para el Biographical
Dictionary of Dissenting Economists, Mandel subraya que una de sus
contribuciones principales fue la noción de “determinismo dialéctico
(paramétrico)” opuesto al “determinismo mecanicista” [21],  o sea, subrayó
su oposición al positivismo y al marxismo dogmático.



De este modo, apuntó que las fuerzas exógenas no son realmente
independientes y deben ser descritas como «variables parcialmente
autónomas», o siguiendo a Kalecki, semiautónomas. Kalecki y Mandel
sugirieron así que el análisis de la sociedad es irreductible a la
simplicidad y el reduccionismo es un error. Este es el enigma de las ondas
largas, que son períodos específicos de la historia del capitalismo: las
teorías tradicionales no pueden detectar ni un mecanismo ni una
regularidad,que son conceptos urdidos para ignorar la historia y descubrir,
en su lugar, alguna continuidad y equilibrio.



Complejidad e historia



Al resolver este rompecabezas teórico y al transformar su marxismo en un
desciframiento de la modernidad, Mandel mostró cómo el contexto de las ondas
largas permitía simultáneamente un rechazo del mecanicismo y entender una
historia abierta. Así, es la lucha de clases la que determina la historia y
estos grandes períodos, como había sugerido Maddison, son «fases del
desarrollo capitalista», que forman y exigen “shocks sistémicos”: la lucha
de clases, una vez más. [22]. Contra cualquier determinismo tecnológico y
estudiando la aceleración de las innovaciones y las transformaciones del
capital fijo, u otras condiciones para modificar la composición orgánica del
capital y la tasa de beneficio, sobre todo las que resultan de la
indeterminación del conflicto social, Mandel y Chris Freeman se acercaron en
esta visión de lo que el segundo describía como la tensión entre el sistema
tecnoeconómico y la estructura socioinstitucional, lo que puede evitar,
retardar o potenciar el impacto de esos cambios y determinar el proceso
oscilatorio [23].



De esta forma, reivindicaba la incorporación de la economía como ciencia
social y el marxismo como teoría crítica, es decir, como economía política
en sentido clásico. La obra de Mandel es un ejemplo paradigmático de este
enfoque, que se presentaba claramente cómo el proyecto de comprender y
actuar en la realidad social y económica, introduciéndose en sus dinámicas
internas, en sus factores ambientales y en las mediaciones políticas e
institucionales. Consciente de la dimensión de este trabajo, afirmaba que
“podemos aceptar, por tanto, la idea de que las ondas largas son mucho más
que las subidas y bajadas rítmicas de la tasa de crecimiento de las
economías capitalistas. Son períodos históricos distintos en un sentido
real” [24]. Es esa integración teórica la que hace de su teoría un desafío
permanente, que no busca una superposición o suma de causas, sino una
historia concreta de los conflictos, basada en el análisis del poder y de la
coordinación entre las economías y sociedades. Es en esa complejidad que
transcurre la modernidad tan enferma en la que vivimos.



Notas



[1] Ernest Mandel (1962), Traité d’Économie Marxiste, Paris: Julliard, 2
volúmenes.

[2] Ernest Mandel (1964), “The Economics of Neocapitalism”, Socialist
Register, 1, pp.56-80; (1964), “L’Apogée du Neocapitalisme et ses
Lendemains”, Temps Modernes, 20: 219-220, p. 193-210. Mandel abandonaría
pronto el concepto de “neocapitalismo”, pero la importancia de estos dos
artículos es que son sus primeros textos en que anticipa el agotamiento del
largo ciclo expansivo.

[3] El título La Tercera Edad del Capitalismo fue el adoptado en la edición
francesa, con la anuencia del autor. Es cierto que el título original, El
Capitalismo Tardióo, que reflejaba alguna influencia de la Escuela de
Frankfurt, donde se usaba ese término, fue visto por Mandel como sinónimo de
la versión francesa, aquí seguida. Otras ediciones optaron por traducir
literalmente el título original (la brasileña, por ejemplo).

[4] Ernest Mandel (1972/1997), Le Troisième Âge du Capitalisme, Paris: Ed.
La Passion, p. 16.

[5] Los principales textos de Nikolai Kondratiev, incluyendo sus tablas
estadísticas, sólo fueron publicados en francés en 1992 (ed. Louis
Fontvieille, ed., 1992, N.D. Kondratieff, Les Grands Cycles de la
Conjoncture, Paris: Economica). La edición inglesa, incluyendo otros textos
inéditos, es de 1998 (Londres: Pickering & Chatto, en 4 volúmenes).

[6] La ponencia que Leon Trotsky presentó ante la Komintern fue publicada en
The First Five Years of the Communist International, 1945, New York: New
Park, vol. 1, pp. 174-226. Su crítica a Kondratiev está en “The Curve of
Capitalist Development”, 1973, in Problems of Everyday Life, New York y
Londres: New Park, pp. 273-80. El debate en el Instituto de la Coyuntura
sólo era entonces conocido por el resumen sesgado de George Garvy (1943,
“Kondratieff ’s Theory of Long Cycles”, Review of Economics and Statistics,
25:4, pp.203-220). En ese debate, uno de los investigadores del Instituto de
la Coyuntura dirigido por Kondratiev, Oparin, presentó una interpretación
alternativa como ponencia en un seminario en 1926, disintiendo sobre el
método estadístico de su director y criticando la arbitrariedad de la
selección de las ecuaciones, pero asumiendo que existirían puntos discretos
de equilibrio y una tasa “natural” de crecimiento de las reservas de oro,
siguiendo una teoría monetarista.

[7] Joseph Schumpeter (1939), Business Cycles, New York: Martino, reedición
de 2014.

[8] 8 Van Gelderen sólo escribió una serie de artículos sobre las ondas
largas (“Spring- vloed-Beschouwingen over Inclustrieele Ontwikkeling en
Prijsbeweging”, 1913, en el Die Nieuwe Tijd, no. 4, 5, 6, Amsterdam). Sus
ideas fueron después desarrolladas por un amigo, De Wolff, pero ambos
escribían en holandés y los textos permanecieron desconocidos para la suya y
para las generaciones siguientes. Después de publicar estos artículos, Van
Gelderen no volvió al tema y después la tragedia interrumpió su vida (se
suicidó en 1940 cuando los nazis ocuparon su país). Kondratiev y los otros
participantes en el debate de 1926 no conocían estas contribuciones, que
sólo fueron publicadas en inglês en 1996 (por Christopher Freeman, ed.,
1996, Long Wave Theory, Aldershot: Elgar).

[9] La cronología de esos cambios en la tendencia era la siguiente:
1781-1851, 1851- 1873, 1873-1894, 1894-1913,1913-… Esto corresponde
aproximadamente a las cronologías de los autores anteriores, como a la
adoptada por los italianos y por Van Gelderen, que Trotsky probablemente
desconocía. La coincidencia de tantos autores diferentes sobre la misma
cronología sugiere que, incluso trabajando inde- pendientemente, se les
hacían manifiestas características evidentes y comunes del desarrollo del
capitalismo en el siglo XIX.

[10] Alexander Parvus (1901), “Die Handelskrisis und die Gewerkschaften”, in
Parvus et al., Die langen Wellen der Konjunktur, Berlin, 1972.

[11] Discutí las polémicas sobre Kondratiev y las aportaciones de Mandel
sobre todo en Francisco Louçã (1997), Turbulence in Economies, Aldershot:
Elgar; (1999), “Ernest Mandel and the Pulsation of History”, in Achcar,
Gilbert (ed.), The Legacy of Ernest Mandel, London: Verso, pp. 104-118;
(1999), “Nikolai Kondratiev and the Early Consensus and Dissensions about
History and Statistics”, History of Political Economy, 31:1, pp. 169-205;
(1999), “An Economist at the Crossroad of the Century”, reseña de “Works of
Nikolai Kondratiev”, Journal of the History of Economic Thought, 21:2, pp.
203-9; (2012), “Nikolai Kondratiev and Long Waves in Recent Dictionaries and
Encyclopaedias”, in Besomi, Daniele (ed.), Crises and Cycles in Economic
Dictionaries and Encyclopaedias, pp.443-61, Londres: Routledge; e (2021),
“As Time Went By- Why is the Long Wave so Long?”, Journal of Evo- lutionary
Economics, 31(3): 749-71.

[12] “Partially Independent Variables and Internal Logic in Classical
Marxist Economic Analysis”, publicado inicialmente in Social Sciences
Information 14(3), 1985, pp. 485- 505, p.474; reimpreso in (1992),
Himmelstrand, Ulf (ed.), Interfaces in Economic and Social Analysis, London,
pp. 33- 50. Se cita la versión de 1992, p. 37.

[13] Ragnar Frisch (1933), “Propagation Problems and Impulse Problems in
Dynamic Economics”, in K. Koch, ed., Economic Essays in Honour of Gustave
Cassel, London: Cass, pp. 171-205. Debe señalarse que, a pesar de este
modelo, tanto Frisch como Tinbergen, el físico holandés que compartió con él
el premio Nobel de Economia, estaban convencidos de la existencia de las
ondas largas en economía y defendieron esa idea a lo largo de sus vidas.

[14] Simon Kuznets (1940), “Schumpeter’s Business Cycles”, in American
Economic Review 30, pp. 257-71; Oskar Lange (1941), “Schumpeter’s Business
Cycles”, in Review of Economic Statistics 23, pp. 190-93.

[15] 15 Como ocurre con todos los análisis anticipatorios, el de Mandel
reveló algunas imprecisiones. Algunas críticas señalaron que lo que
consideró la “tercera revolución tecnológica” (desde el final de la Segunda
Guerra Mundial), consistente en la generalización de la energía nuclear, en
el proceso de automatización y en la electrónica (Troisième Âge, pp.
120-21), ignoró que las primeras generaciones de productos electrónicos no
fueron tan impactantes como la difusión de nuevos bienes de consumo
duradero. La (micro)electrónica de hoy podría convertirse en la base técnica
de una nueva expansión, pero ni su efecto económico era evidente en las
décadas de 1980 y 1990, ni están aún dadas las condiciones institucionales y
sociales para esta expansión. Pero, como es fácil ver, La Tercera Edad del
Capitalismo se publicó apenas un año después de la invención del
microprocesador, y su potencial sólo se hizo evidente mucho después. Por
otro lado, Mandel sugiere el año 1968 para el final de la fase A de la
cuarta onda larga, admitiendo un criterio político dominante, dado que la
crisis del sistema monetario internacional y la recesión general que puso
fin a los treinta años de expansión sólo ocurriría a principios y a mediados
de la década siguiente.

[16] Mandel, 1992, p.38.

[17] 17 No se establece claramente el origen ni el contenido de este
concepto. En otra carta privada a este autor (9 de septiembre de 1994),
Mandel presentó el concepto como expresión de la incertidumbre en la lucha
por el poder. En otra carta a este autor (3 de marzo de 1995), Mandel me
dijo que estas “variables parcialmente autónomas” reflejan la incertidumbre
y la determinación compleja de la evolución social, en el contexto de las
limitaciones históricas. Por tanto, incluirían factores políticos y
económicos que forman parte del conflicto social y de la historia real.
Supongo que el concepto ha sido influenciado por investigaciones
contemporáneas de evolución en biología y procesos dinámicos. Así, a
principios de la década de 1980, Levins y Lewontin habían demostrado que la
estabilidad de un sistema evolutivo dependía de procesos de
retroalimentación y parámetros que gobiernan el índice de evolución y
constituyen sus límites. Al mismo tiempo, Prigogine e Isabelle Stengers, y
estoy seguro de que Mandel conocía sus trabajos, demostraron que cambiar los
parámetros puede causar caos y generar complejidad, o nuevos ordenamientos
[organizaciones]. La introducción de los conceptos de complejidad, tiempo,
incertidumbre, orden y desorden, entropía y mutación, se ha leído desde
entonces en las ciencias sociales como un aporte relevante contra el
mecanicismo positivista. Mandel acompañó y, en alguna medida, anticipó esas
orientaciones.

[18] Mandel, 1992, p.37.

[19] Ibid. p. 39.

[20] Michael Kalecki, “Trends and Business Cycles Reconsidered”, Economic
Journal 78, 1968, pp. 262-76.

[21] Mandel (1992), in Arestis, Sawyer, eds., A Biographical Dictionary of
Dissenting Economists, Aldershot: Elgar, p. 340.

[22] Angus Maddison (1991), Dynamic Forces in Capitalist Development,
Oxford: Oxford University Press; Mandel (1995), Long Waves of Capitalist
Development, Cambridge: Cambridge University Press, p. 141, n. 19, primera
edición 1980. Esta idea ya estaba presente en el libro de 1972 (Mandel,
Troisième Âge, p. 139).

[23] Escribí con Chris Freeman un análisis de las ondas largas en 2001,
publicado como As Times Goes By – From the Industrial Revolutions to the
Information Revolution, Oxford: Oxford University Press.

[24] Long Waves, p. 82.

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