Egipto/ una sociedad herida por la mutilación sexual [Anne Irazábal]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 30 00:18:43 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 30 de julio 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Egipto

Las heridas de una sociedad mutilada 

Mutilación sexual en Egipto

Anne Irazábal  

Brecha, Montevideo, 25-7-2014

http://brecha.com.uy/

Omnia Adel tenía 11 años cuando le extirparon el clítoris. Una tarde,
después de volver del colegio, recibió la visita de la matrona de su barrio
quien, sin dar explicaciones, la tumbó encima de la mesa de la cocina y le
practicó la ablación. “Sentí un dolor indescriptible, fue un día muy
triste”, recuerda Omnia, con la mirada perdida en el pasado. “Mi madre sólo
me dijo que era un proceso necesario para convertirme en una mujer adulta.” 

Han pasado 12 años desde aquel día y hoy Omnia ha hecho suya la lucha contra
la mutilación genital femenina. “Egipto no puede seguir dando la espalda a
esta lacra. Se trata de una realidad alarmante”, asegura tajante, mientras
se dispone a facilitar los datos oficiales. El 91 por ciento de las mujeres
egipcias de entre 15 y 49 años han sido mutiladas, según las cifras
ofrecidas por el Centro Demográfico Nacional en 2008. 

La ginecóloga Randa Fakhr Eldin lidera la Coalición Contra la Mutilación
Genital Femenina y es la persona que cambió la vida de Omnia. “La ablación
era un tema tabú hasta que empecé a trabajar con Randa”, comenta la joven.
La coalición monitoriza el trabajo de 67 ong egipcias especializadas en la
prevención de esta práctica. “Trabajamos en los suburbios y en las zonas
rurales con familias que tienen niñas de entre 6 y 10 años, para evitar que
sean circuncidadas”, explica la doctora.

Los expertos aseguran que la razón principal detrás de esta costumbre es la
necesidad de controlar la sexualidad de la mujer. Eldin cree que es un tema
repleto de estereotipos y falsos mitos: “Aunque muchas familias piensan que
practicar la ablación aumenta la posibilidad de casamiento de sus hijas, la
mayoría cambia de opinión cuando conoce las consecuencias”. Las infecciones
en el aparato urinario, los problemas a la hora de parir o las relaciones
sexuales dolorosas figuran entre las posibles secuelas físicas. El rastro
psicológico es más difícil de percibir, pero muchas niñas presentan cuadros
de ansiedad, estrés o depresión postraumática. 

Las Naciones Unidas catalogan tres tipos de mutilación genital femenina. El
primero consiste en la extirpación de una parte o la totalidad del clítoris.
En el segundo se extraen también los labios menores de la vagina. Y en el
último, el más agresivo y llamado infibulación, se extirpan el clítoris, los
labios menores y los labios mayores. Este tipo de mutilación también implica
coser la vagina, dejando una pequeña abertura para orinar y para permitir
que salga la sangre menstrual. La infibulación es muy frecuente en las zonas
rurales del alto Egipto (sur del país), y las mujeres que la han padecido
vuelven a ser intervenidas antes del matrimonio para abrirles de nuevo la
vagina. 

Uno de los mitos más comunes sobre la mutilación genital femenina es que se
trata de un “tema privado entre madres e hijas”. Por el contrario, la
realidad es bien distinta. “Aunque son las madres o las abuelas las que
deciden, no es sólo una cuestión familiar –afirma la ginecóloga–, la presión
social es muy fuerte.” Según el Centro de Estadística de Egipto, 65 por
ciento de los hombres no quieren casarse con una mujer que no esté mutilada.

“La prohibición no es suficiente.” Ni siquiera la prohibición ha logrado
erradicar esta salvaje costumbre. “Muchos padres siguen pensando que
extirpar los órganos genitales externos de sus hijas asegura la castidad,
preserva la virginidad e incita al buen comportamiento”, indica Eldin.

En 2008, cuando el régimen de Hosni Mubarak daba sus últimos coletazos, el
parlamento egipcio aprobó la “ley para proteger la infancia”. Así, una
modificación del Código Penal tipificó la ablación como delito y aumentó las
penas en su contra. Eldin luchó durante décadas para que la prohibición
fuese una realidad, y no le gusta que la normativa se conozca como “la ley
de Suzanne Mubarak”. “Firmó nuestra iniciativa, pero no la impulsó –dice–;
no ejerció ninguna presión para que la ley fuese aplicada apropiadamente por
el régimen de su marido.”

Hoy practicar la ablación supone un delito castigado con hasta tres años de
cárcel y con la retirada de la licencia profesional en el caso de los
médicos. “Pero la legislación y la realidad no van de la mano –comenta
Eldin–. Únicamente se investiga si la niña muere a causa de las
complicaciones derivadas de la intervención, y no siempre.” 

Hasta el momento, sólo un médico ha sido procesado por practicar la
mutilación genital femenina. El fiscal general decidió reabrir el caso de
Suhair el-Bataa, que murió el año pasado con 13 años de edad mientras se le
practicaba la ablación. El fiscal ha procesado también al padre de la
víctima, porque entiende que la extirpación se realizó con el consentimiento
de la familia. 

Aun así, la ley no ha intimidado a los médicos, que clandestinamente siguen
realizando este tipo de intervenciones. La unicef estima que 77 por ciento
de las ablaciones sexuales en Egipto son practicadas por personal médico.
“Hay clínicas ilegales y hasta furgonetas que sirven de salas de operaciones
improvisadas, sin anestesia y sin condiciones higiénicas apropiadas. Los he
visto actuar en mi propio barrio”, se lamenta Omnia. 

“Falta voluntad política –zan-ja Eldin–. La prohibición ayudó a sentar las
bases de una nueva estrategia, pero todo empeoró después de la revolución de
2011.” Las asociaciones que luchan contra la ablación culpan a los Hermanos
Musulmanes de haber puesto en peligro el trabajo de tantos años.
“Oficialmente se oponían, pero muchos de sus miembros no escondían su apoyo
a esta práctica.” Tampoco parece que la vuelta de los militares al poder
haya traído un cambio significativo en la forma de afrontar el problema.

Tradición versus religión

La mutilación genital femenina es una práctica ancestral sin base religiosa,
pero en Egipto resulta imposible desvincularla del credo. Aunque Al Azhar,
la institución sunita más prestigiosa del mundo, y la Iglesia copta condenen
abiertamente la ablación, algunos pensadores musulmanes se escudan en la
sharia, o ley islámica, para justificarla. “Un hadiz, o dicho del profeta
Mahoma, habla de la circuncisión masculina –expresa Eldin–, y algunos
clérigos aseguran que se puede equiparar con la ablación del clítoris.”

Para la ginecóloga es “una barbaridad” igualar las dos prácticas, “porque en
el caso de la mujer se extirpa un órgano indispensable de su cuerpo”. Llama
la atención que en árabe la circuncisión masculina y la mutilación genital
femenina tengan el mismo nombre: tahara (purificación). “Se trata de una
costumbre milenaria que llegó a Egipto antes de la época de los faraones,
traída por algunas tribus centroafricanas.” 

Cuando las mujeres le piden consejo, Eldin les aclara que“Dios no acepta
esta práctica, de hecho no se realiza en casi ningún país de Oriente Medio”.

Pero en la tierra del Nilo la ablación es una tradición compartida por
musulmanes y cristianos. En el suburbio de Ain Shams, al norte de El Cairo,
viven cientos de familias coptas originarias del sur de Egipto. Allí las
tasas de mutilación genital son alarmantes. “Me atrevo a decir que el
porcentaje bordea el 100 por ciento”, recalca una profesora cristiana
llamada Rita. 

En el corazón de este barrio lleno de casas sin terminar y con calles de
arena, Rita y otras cinco mujeres crearon una asociación para tratar de
erradicar esta macabra tradición. “Organizamos talleres extraescolares con
niños y niñas, e invitamos a sus familias. Intentamos promover ideas como el
respeto y la igualdad.” Rita admite que ella también fue mutilada antes de
su primera menstruación, pero prefiere no ahondar en el tema. “No
pretendemos dar consejos, sólo queremos que las niñas sean tratadas como
seres humanos”, dice emocionada.

Cambio generacional

Egipto está muy lejos de ganarle la batalla a la mutilación genital, pero
Eldin cree que “hay signos de esperanza”. La ablación del clítoris está
descendiendo entre la población más joven, y en las niñas de entre 10 y 15
años el porcentaje ha caído a 74 por ciento. “Aunque sigue siendo un dato
preocupante, creemos que muestra un cambio de tendencia. Este descenso es el
fruto del trabajo que hemos realizado durante décadas”, reflexiona la
ginecóloga.

La familia de Omnia es el retrato de un posible cambio generacional. “Yo fui
‘circuncidada’, pero mis tres hermanas menores no. Hablé con mi madre, y
cuando le informé de las consecuencias decidió no hacerlo más”, dice
orgullosa. Romper con la tradición no fue fácil para la matriarca de la
familia. Antes tuvo que enfrentarse a la presión social y romper la
imposición de las abuelas. 

Omnia, como muchas otras chicas de su generación, intenta reinterpretar su
sexualidad desde el respeto a sus creencias religiosas. “Hoy las chicas
sabemos que la extirpación de los genitales externos tiene consecuencias
negativas en la vida de las mujeres casadas”, admite sin tapujos. 

Acto seguido, con una sonrisa interminable, anuncia que acaba de
comprometerse con Mohamed, su novio desde hace un año. “Claro que me
preocupa cómo afectará la ablación a mi vida en pareja”, admite Omnia. Sin
embargo, no está dispuesta a callar: “Hasta ahora muchas mujeres pensaban
que era normal sentir dolor o no sentir placer, pero poco a poco estamos
rompiendo el tabú”.

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