Uruguay/ metilfenidato: sobremedicación infantil y negocio de los laboratorios [Venancio Acosta]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 14 16:53:26 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

14 de diciembre 2016

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germain5 en chasque.net

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Uruguay

En 2015 la importación de metilfenidato batió record

Hasta agotar stock

Entre discusiones sin fin acerca de la llamada “psicopatologización de la
infancia”, los alegatos médicos, las preocupaciones sanitarias del
Ministerio de Salud y el sigiloso negocio de los laboratorios, Brecha
presenta la información oficial de importación de metilfenidato –principio
activo de la Ritalina– en Uruguay, que batió record en el 2015.

Venancio Acosta

Brecha, Montevideo, 9-12-2016

http://brecha.com.uy/

Todo parece haber sido dicho acerca de la Ritalina. Desde su explosión en el
mercado de la psicopatología infantil, el medicamento ha concitado adeptos,
detractores y un rosario de opiniones en torno a su indicación para tratar
el trastorno por déficit atencional con hiperactividad (Tdah) en niños y
adolescentes. Investigaciones académicas, informes de prensa y disertaciones
varias siguen redundando en discusiones que tienen como trasfondo la
perplejidad del mundo adulto frente a las manifestaciones de los cuerpos
infantiles.

Mientras tanto, los datos. Según información oficial recabada por Brecha, en
2015 tres laboratorios internacionales importaron más de 26 quilos de
metilfenidato –principio activo de la Ritalina–, la cantidad más alta que ha
ingresado al país por vías legales hasta el día de hoy.

El antecedente

Los primeros datos acerca de la entrada de la droga al mercado uruguayo
surgieron a raíz de un pleito judicial. En 2007 la Ong Fundación Justicia y
Derecho interpeló al Ministerio de Salud (MS) acerca de una posible
sobremedicación con metilfenidato en niños en edad escolar y –dado que es
fabricado en el exterior– requirió datos de su importación. La cartera cerró
filas. Un juicio y una sentencia desfavorable en segunda instancia obligaron
al organismo –capitaneado entonces por María Julia Muñoz– a soltar la
información: de 900 gramos importados en 2001, la cantidad del químico se
disparó a 19 quilos en seis años. En 2013 la revista Lento actualizó la
información: se supo entonces que 2010 había sido el año en el que más
metilfenidato había entrado al país.

Se supo también que gran parte de las prescripciones salían de las plumas de
médicos generalistas. A raíz de este y otros datos surgidos en el juicio, la
Ong inició una segunda demanda en 2008, cuyo desenlace exigió que el
Ministerio de Salud produjera información sobre las prescripciones del
fármaco (que desde entonces debería ser recetado sólo por médicos
especialistas) a partir de modificaciones en los recetarios utilizados, que
contendrían edad y sexo del paciente.

Mala fama 1

A fines de los noventa la Junta Internacional de Fiscalización de
Estupefacientes (Jife) ya había solicitado a los estados miembros de la Onu
que extremaran las medidas de vigilancia alrededor del metilfenidato. En
2009 la Agencia Europea de Medicamentos advirtió también acerca del uso del
químico, no obstante asumió que sus ventajas en el tratamiento superaban sus
potenciales riesgos (en 2013 reiteró ese juicio). En 2010 el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Onu replicó la advertencia
dirigida expresamente a Uruguay, recomendando que el país “adopte medidas
eficaces para hacer frente al aumento de la administración de la droga a
niños como método de controlar su conducta”. Previamente, diversas
organizaciones de la sociedad civil habían elevando un informe a dicho
organismo, insistiendo en los mismos aspectos. En 2011 un documento del
Departamento de Medicamentos del MS informó que el consumo de metilfenidato
en Uruguay solía aumentar coincidentemente con la actividad escolar y
descendía en las vacaciones de verano.

El metilfenidato pertenece a la Lista II del Convenio sobre Sustancias
Psicotrópicas de la Onu (1971). En Uruguay se prescribe con receta naranja,
por lo que pesan sobre él controles especiales. Se expide por prescripción
triplicada: una de las recetas es remitida al MS, otra queda en la farmacia
y la tercera la conserva el médico tratante. Trimestralmente el MS hace
balances de la importación ante la Jife. Para adquirir la droga, las
farmacias deben gestionar un vale ante el ministerio y todos los movimientos
deben quedar registrados en el llamado “Libro de Estupefacientes”.

A pesar de la aparente regulación, fruto de los juicios que sacudieron la
modorra del MS desde 2007, su ingreso al país sigue rompiendo techos. Según
los datos a los que accedió Brecha (véase gráfico), en 2015 la importación
del fármaco llegó a un pico histórico. ¿Qué parte de estas cantidades
recorren actualmente las conexiones sinápticas de cuántos niños y niñas
uruguayos?

Mala Fama 2

Antes de morir, entre un supuesto arrebato de remordimientos y la
amplificación periodística, Leon Eisenberg (psiquiatra a quien se le
atribuyen las principales investigaciones acerca del Tdah), entrevistado por
un semanario alemán en 2009, relativizó la entidad científica del trastorno.
El hecho volvió a alimentar los cuestionamientos que pesaban sobre el
diagnóstico, señalado como parte de la pujante “psiquiatrización” de una
infancia renuente a estructuras sociales arcaicas, y sometida a las miserias
del mundo adulto.

Con el creciente desembarco del metilfenidato en Uruguay prosperó la idea de
que las pastillas de Ritalina se repartían entre los niños cual si fueran
golosinas. Sólo en parte, eso explica la postura a la defensiva que las
doctoras Nora Rodríguez y Gabriela Garrido adoptaron cuando Brecha buscó en
ellas referencias para interpretar la creciente importación de la droga.
Integrantes ambas de la Cátedra de Psiquiatría Pediátrica de la Facultad de
Medicina y docentes agregadas en el ala psiquiátrica del Pereira Rossell,
las psiquiatras se resisten a afirmar que el alza en las cifras de
importación tenga que ver con un aumento en el consumo entre niños y
adolescentes. “La indicación principal del metilfenidato en psiquiatría
pediátrica es el Tdah. Lo que no puedo decir es que este dato en bruto de
importación se corresponda al uso en psiquiatría de niños. Y por lo tanto
inferir que es por un aumento en el diagnóstico del Tdah”, detalla Garrido.
“¿Qué distintos usos se le da a ese producto en el país? Y de lo medicinal
¿cuánto está destinado a los niños?”, agrega, a sabiendas de que –en
especial para lo último– no hay respuestas certeras.

Ojeando los datos, las académicas dicen que en el aumento de la importación
puede haber influido un cambio de paradigma en psiquiatría –que actualmente
contempla los aspectos neurobiológicos de la enfermedad mental–, la
eficiencia del fármaco y la extensión de su campo de aplicación a la
psiquiatría de adultos. Aun así son prudentes al evitar asegurar que el uso
de la sustancia sea resorte exclusivo de la psiquiatría. Que no es un
fármaco fácil de indicar, que existen muchos factores que limitan su uso,
que no siempre se lo prescribe para tratar el déficit atencional, que es muy
valioso para evitar complicaciones posteriores; son algunas de las
salvedades que las dos psiquiatras traen a colación, a la vez que se
exculpan repitiendo que no son “defensoras de ningún fármaco”. No obstante,
entienden justo señalar que es la droga más confiable disponible en el
mercado para lidiar con el diagnostico de Tdah, y “por algo” sigue
apareciendo como primer recurso. “Bien indicado brinda algunas seguridades”,
afirman.

“Nosotros no medicamos niños sanos desmotivados por una escuela vetusta”,
suelta Rodríguez, en referencia a las críticas por el supuesto uso abusivo
del metilfenidato en escolares frente a conductas manifestadas en el marco
de instituciones que ya no parecen responder a las necesidades del presente.
Y agrega: “Es necesario reconocer que existe una enfermedad”.

Incompleto

No existen estudios epidemiológicos que permitan aventurar cuántos pacientes
con Tdah hay en el país, y tampoco cuántos consumen metilfenidato
actualmente. Por lo demás, dos cifras han sobresalido en los últimos años.
Un primer dato corresponde a una investigación de la Clínica de Psiquiatría
Pediátrica de la Udelar, de 2006, que concluyó que existía entonces una
prevalencia aproximada del 7,6 por ciento de Tdah en escolares. Sólo el 20
por ciento de esos niños y niñas había recibido algún tratamiento
farmacológico.

Una segunda estimación corresponde a la tesis de doctorado de la trabajadora
social María Noel Míguez, titulada “La sujeción de los cuerpos dóciles.
Medicación abusiva con psicofármacos en la niñez uruguaya”. Apoyándose en un
trabajo de campo realizado en 2009 en escuelas de contexto crítico y
colegios privados de Montevideo y el Interior, Míguez concluyó que cerca de
30 por ciento de los niños uruguayos estaban medicados con algún tipo de
psicofármaco. El trabajo recibió críticas de algunos psiquiatras y de
jerarcas como Héctor Florit (ex director y actual consejero de Primaria),
que se refirió a “regodeos académicos hipercríticos que agravian a la
educación y a los docentes”.

Tate quieto

Mónica Silva también es psiquiatra infantil. Afirma sin tapujos que el Tdah
es el eje de la utilización del metilfenidato en la actualidad. Y, al
contrario de sus colegas, se afirma en la percepción de que el uso de la
droga ha ido en aumento junto con los diagnósticos de la mayoría de los
trastornos psiquiátricos de la infancia y la adolescencia. “¿Cuáles son las
causas de eso?”, se pregunta. “Hay un abanico inmenso. Del agravio
neurológico provocado por los químicos de los conservantes a los
contaminantes ambientales; las radiaciones, el consumo de drogas
psicoactivas en el embarazo… Y un sinfín de factores de índole ambiental y
emocional, no química.”

Su impresión desde la práctica clínica es que hay una mayor intolerancia con
respecto a las conductas infantiles. “Los padres llegan a la consulta a
pedir que mediques a los hijos, con una fuerza imponente. En ese momento es
cuando son necesarias la capacidad y la formación del técnico para poder ver
dónde está el problema. Y hay de todo. Capaz que hay gente que saca como
chorizo a los pacientes, y gente que trabaja con seriedad”, explica.

Silva opina que la Udelar ha marcado tendencia en cuanto al abordaje del
déficit atencional en Uruguay, y destaca que los profesionales son formados
allí con un particular encargo de favorecer tratamientos que excedan el
abordaje farmacológico. Pero la práctica, dice, es otra historia: “El
sistema de salud es muy embromado. Las mutualistas te ponen un paciente cada
diez minutos, y eso es insostenible. Ahí se comete gran parte de los
errores. El sistema no permite que haya un tiempo adecuado para un proceso
de diagnóstico como corresponde”. Un parecer similar al de la psiquiatra
Gabriela Garrido, que sostiene: “Una consulta con ese apremio de unos pocos
minutos es imposible”.

Respecto de los diagnósticos en escolares, Silva opinó: “Los gurises crecen
desde los 2 años manejando imágenes que van a mil por minuto, y llegan a una
maestra que les escribe en blanco y negro en un pizarrón a dos por hora. ¡Te
pudrís! No hay forma. Lo de necesitar que los gurises se queden quietos es
un tema que aparece con mucha fuerza. Si tuviéramos sistemas que permitieran
que los niños vivieran o transitaran de otro modo no tendríamos que
medicarlos tanto”.

Procesando

Recientemente el MS presentó los “Objetivos sanitarios nacionales”, un
documento que condensa indicadores de la salud pública que la administración
pretende mejorar en los años venideros. Uno de ellos tiene que ver con
lograr una “Prescripción racional de estupefacientes y psicofármacos por
parte de los profesionales de la salud, y uso adecuado por parte de los
usuarios”. En su última actualización, de octubre de este año, el
cumplimiento del objetivo figuraba como “en proceso”. Ariel Montalbán
–psiquiatra responsable del Programa de Salud Mental del MS– dijo a Brecha
que un grupo integrado por representantes de distintas áreas del ministerio
está trabajando en lineamientos que favorezcan la “prescripción racional” de
psicofármacos (especialmente las benzodiazepinas y el metilfenidato).

Al ser consultado acerca de si el diagnóstico de déficit atencional viene en
aumento, Montalbán respondió: “Lo que puedo decir es que la accesibilidad al
sector salud se ha asegurado en esta población con la reforma sanitaria. Y
puede ser un factor que haya incidido”. A la vez, indica que –aun con baja
prevalencia– en los últimos años se comenzó a diagnosticar Tdah también en
adultos.

Habida cuenta de las fiscalizaciones que pesan sobre el fármaco, el MS
debería conservar una base de datos donde la información acerca del consumo
de metilfenidato se encuentre sistematizada (incluyendo los datos
provenientes de los recetarios). Al respecto, Montalbán aseguró que el nuevo
grupo de trabajo está intentando ordenar toda la información disponible, y
no supo dar más detalles. También admitió que la carencia de estudios
epidemiológicos influye en que hoy en día el consumo de psicofármacos en
niños y adolescentes sea, a nivel sanitario, uno de los “problemas críticos”
en Uruguay.

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